martes, 16 de enero de 2007

Qué significa domesticar?


Creo que he domesticado y he sido domesticada... lamentable o afortunadamente, gracias a este acto, dejamos de ser seres salvajes y nos convertimos en seres civilizados, amables... por gracia o por desgracia.
Quiero compartir con ustedes este precioso capítulo de un libro que para algunos puede parecer básico e infantil... sin embargo creo que es un tesoro.

¡¡Sería buenísimo que en el fondo todos nos mantuviéramos un poco infantiles!!





FUE ENTONCES cuando apareció el zorro:
-¡Buenos días! -dijo el zorro.
-¡Buenos días! –contestó amablemente el Principito, y se dio vuelta. Pero no vio a nadie.
-Acá estoy – dijo la voz - . Bajo el manzano...
-¿Quién eres tú? -preguntó el Principito-. Eres muy hermoso...
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el Principito-, ¡estoy tan triste!
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-, no estoy domesticado.
Ah, perdón! -dijo el Principito.
Pero después de una breve reflexión, añadió:
-¿Qué significa "domesticar"?
-Tú no eres de aquí -dijo el zorro- ¿qué buscas?
-Busco a los hombres -le respondió el Principito-. ¿Qué significa "domesticar"?
-Los hombres -dijo el zorro- tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?
-No -dijo el Principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? -volvió a preguntar el Principito.
-Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa "crear lazos..."
-¿Crear lazos?
-Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...
-Comienzo a comprender -dijo el Principito-. Hay una flor... creo que ella me ha domesticado...
-Es posible -concedió el zorro-, en la Tierra se ven todo tipo de cosas.
Oh, no es en la Tierra! -exclamó el principito.
El zorro pareció intrigado:
-¿En otro planeta?
-Sí.
-¿Hay cazadores en ese planeta?
-No.
-¡Qué interesante! ¿Y gallinas?
-No.
-Nada es perfecto -suspiró el zorro.
Y después volviendo a su idea:
-Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Así es que me aburro un poco. Pero, si me domesticas, mi vida se llenará de luz. Reconoceré el sonido de tus pasos que serán distintos de todos los demás. Los otros pasos harán que me esconda bajo la tierra. Los tuyos, en cambio, me harán salir de mi madriguera como una música. ¡Mira! ¿Ves allá los trigales? Yo no como pan. Los trigales no significan nada para mí y eso es triste. Pero tú tienes el cabello color de oro. Entonces, si me domesticas, será maravilloso, porque el trigo, que es dorado, me hará recordarte. Y amaré el sonido del viento en el trigo...
El zorro guardó silencio y miró detenidamente al Principito.
-Por favor... domestícame -le dijo.
-Me encantaría - le respondió el Principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.
-Sólo se conocen bien las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame! -
¿Qué debo hacer? -preguntó el Principito.
-Debes tener mucha paciencia -respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
El Principito volvió al día siguiente.
-Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres comenzaré a estar feliz. Y a medida que la hora avance, me iré sintiendo cada vez más feliz. A las cuatro, ya estaré inquieto y preocupado; ¡ y así, cuando llegues, descubriré el precio de la felicidad¡ Pero si llegas en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
- ¿Qué es un rito? -inquirió el Principito.
-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea distinto de otros día, una hora, distinta de otras horas. Por ejemplo, mis entre los cazadores tienen un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores bailaran en cualquier momento, todos los días serían iguales y yo no tendría vacaciones.
Así fue como el Principito domesticó al zorro. Y cuando llegó la hora de partir, el zorro dijo:
Ah! -dijo el zorro-, lloraré.
-Tuya es la culpa -le dijo el Principito-, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique...
-Por supuesto -dijo el zorro.
- ¡ Pero vas a llorar !, -dijo él Principito.
- Claro que sí.
-¡ Entonces no has ganado nada¡ - dijo el Principito.
- Claro que sí - dijo el zorro-. Gané el color del trigo. Y luego añadió:
-Ve a ver las rosas otra vez. Te darás cuenta de que la tuya es única en el mundo. Luego vuelve para que nos despidamos y te regalaré un secreto.
El Principito fue a ver a las rosas a las que dijo:
- Ustedes no se parecen en nada a mi rosa; no son nada aún –les dijo-. Nadie las ha domesticado y ustedes no han domesticado a nadie. Son como era mi zorro: un zorro parecido a miles de zorros. Pero yo lo hice mi amigo y ahora él es único en el mundo.
Las rosas se sentían molestas oyendo al Principito, que continuó diciéndoles:
-Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.
Y volvió donde el zorro:
-Adiós ...- dijo el Principito.
-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy sencillo: Sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
-Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el Principito para recordar.
-Es el tiempo que has dedicado a tu rosa lo que la hace importante.
- Es el tiempo que he dedicado a mi rosa ... – volvió a decir el Principito, para recordar.
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes olvidarla – agregó el zorro- . Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
-Soy responsable de mi rosa... -repitió el Principito, para recordar.

No hay comentarios.: